Ahora
Los años de sequía me han convertido en un desierto. Por fin esta mañana he vomitado sobre el teclado un terrón de tierra. Desesperado, cojo el más afilado de mis lápices y me lo clavo en el cuello. Empiezo a escribir, y ya no paro.
Soy un torrente.
La loca
El torrente de risas la llevó hasta aquel manantial de vida que jugaba en el parque. Se llevó las manos al vientre reseco, palpando ausencias y evocando deseos inútiles. Suspiró y empujó el carrito por la avenida. Dentro, un eterno niño de plástico se negaba a llorar.
Portadora de la victoria.