"-¿Cómo puede haber tanto cabrón?" musitó. Un octogenario era ayudado doblemente a subir al autobús. La mano izquierda de aquel miserable servía de apoyo, mientras la derecha aliviaba del peso de la cartera. No lo iba a consentir. El 26 era suyo, nadie le iba a quitar su trabajo.
Desafío SINVERGÜENZA - COMPLETO- Cafeolé 3- Alameda 0
Dos buenos micros, diferentes pero ambos con registro humorístico. El primero está totalmente centrado en el tema. En el caso de Obediente no lo veo claro, el protagonista o es un bobo o es un asesino, pero un sinvergüenza...
El micro sin título de CaféOlé vuelve a tener pegas en la escritura de los diálogos. Si el personaje habla debe una tener raya (no un guión) al comienzo de su intervención y otra al final. Si está pensando, suelen usarse las comillas. El uso de las dos cosas al mismo tiempo no es recomendable( http://normasyletras.blogspot.com.es/2010/02/la-raya-de-dialogo.html). Sin embargo me gusta mucho su sentido del humor, que encuentro más sutil que el de su contrincante, concentrado en ese final inesperado.
Mi voto para el micro sin título de CaféOlé.
El micro sin título nos sitúa justo en la parada del 26, la que está delante del geriátrico, esa que es frecuentada por un carterista al que, según parece, le ha salido competencia. Un drama en toda regla. No termino de entender el entrecomillado que encierra la primera frase con guión de diálogo.
Obediente parece la típica situación… Pero qué digo… ¡Por Dios Santo! ¿Cómo se puede llegar a ser tan obediente y despistado? Divertido, aunque algo forzado.
Me quedo con el micro sin título.
El micro sin título de Cafeolé se ajusta muy bien al tema del desafío, no así el de Alameda, cuyo personaje no parece encuadrable en la categoría de sinvergüenza sino más bien de despistado patológico o tal vez de oportunista.
Ambos están escritos en clave de humor, pero El micro sin título consigue mejor que Obediente su objetivo y es más original.
Me quedo con El micro sin título de Cafeolé.
Felicitaciones, CaféOlé.
Gracias, la verdad que creo que recibí más de lo que merecía. Hasta otra.
Obediente
Dos disparos al despertar, indicó el médico. Apremiado por la mala salud de su mujer, al día siguiente los ejecutó uno tras otro en ayunas. Luego volvió a leer la receta: “Dos disparos al despertar/salbutamol broncodilatador aerosol/2 puff en c/narina durante un mes”.
Del revólver, no decía nada.