No lo recuerdo bien. Había gritos, dolor, oscuridad. La lucha fue larga y sangrienta, no en vano combatíamos por nuestras vidas. En algún momento nos ayudaron desde el otro lado y pudimos traspasar la barrera. Sin embargo, salir de nuestro mundo no supuso ningún alivio. Nos quedaba aprender a vivir.
Pecados
Don Marcial agonizaba en su habitación repleta de crucifijos y de imágenes divinas, cuando recibió la visita de la abnegada Sor María.
—Padre, ¿cómo se encuentra?
—Me mue…ro, her…
—No haga esfuerzos en vano.
—Hi…ja, yo soy tu pa…
—¡Lo sé, maldito! ¿Quién cree que lo ha envenado?
Yo, yo, yo... lo sé. ¿Es el huevo, Doña Margarita?