El fin
Cuando el último animal muere, no se oye un resuello, ni un gemido lastimero, ni un gañido desgarrador. El último muere en silencio y es devuelto a la tierra despacio, su cuerpo golpeado por el viento y la lluvia hasta que sólo queda una osamenta pulida y brillante.
Había decenas, cientos, miles de cáscaras vacías de vida. Solo unas pocas supervivientes continuaban latiendo. Pronto quedó solo una, ajena a su condición. Al fin también su cuerpo se quebró. La crisálida, ya inerte, no vio partir a la mariposa.
Quiero ser canalla y vividor. Aún más.
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