"Solos"
– ¿De verdad estamos solos? ¿No queda nadie?
– Nadie. Pero mientras yo esté aquí, no estarás sola.
– Te quiero –susurra.
– Yo también te quiero.
El hombre se encoge bajo la manta de su cama. Enlaza los dedos de su mano derecha entre los dedos de su mano izquierda, y sonríe.
Error de cálculo
Dios. El era Dios. Se sentía como Dios encerrado en su pequeño laboratorio tras desatar en el exterior la fuerza de su virus. Pero nunca pensó que, no tener otro ser humano con el que presumir de sus nuevos descubrimientos, lo convertirían en un suicida.