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Las semanas pasaban rápidamente. Los nervios y el estrés afloraban. Y la confianza iba y venía. Llevaba cuatro años esperando para aquella prueba que le abriría las puertas a una vida mejor. El esfuerzo físico, mental y económico se vería recompensando.
Pero llegó la noticia: «Se suspenden las oposiciones».
Inocencia
Adormilado aún, adivinó la silueta de su padre junto a la cama y, estupefacto, lo descubrió rebuscando bajo su almohada.
Menudo chasco. ¿Cómo iba a explicarle ahora al ratoncito Pérez que papá era un ladrón de dientes?