Dragones y Bardos F

Cuando todos los niños se colocaron en torno suyo el bardo comenzó su relato:
 
 
Hace unos años, antes de que hubierais nacido, un pueblo vivía atormentado por un gran dragón de blancas escamas, todas las semanas el dragón bajaba de su montaña y exigía comida a cambio de su protección para dejar más claras sus intenciones le gustaba quemar una casa o dos.
 
Ese día el joven Nathan mientras regresaba de la montaña con sus cabras vio el humo y supo que le había tocado a su casa, mientras veía como sus escasas pertenecías eran consumidas por el fuego, planeo la venganza.

No le fue difícil encontrar la guarida el dragón ya que estaba acostumbrado a pasar días por las montañas, una vez se hizo de noche aprovecho para entrar de puntillas en ella y sin perder un segundo apago el fuego el la chimenea, mojo la leña y echo nieve en el agua para enfriarla, después salió sin hacer ruido y volvió al pueblo.

A los dos días el dragón volvió al pueblo buscando al responsable y esta vez su voz sonaba mucho mas grave y furiosa, Nathan al oír ese cambio en su voz, sonrió y se declaro responsable de todo solo pidió que le quemara con su aliento de fuego delante de todos para que así aprendieran a tenerle respeto.

Todo el pueblo se junto para verlo, el dragón tomó aire por la boca y una tos profunda le impidió echar el fuego, volvió a tomar aire y esta vez solo salió una nube de vapor de su boca.
El silencio se rompió con una risa de un niño, Nathan estaba en el suelo con un ataque de risa, viendo como el dragón afónico no podía echar más fuego, poco a poco el resto del pueblo se echo a reír y el gran dragón blanco se volvió cada vez mas rojo de vergüenza, hasta que no lo pudo soportar y salió huyendo para no volver jamás.

Ese niños, es el origen de los dragones rojos.
 
Los niños reían y sus padres echaron unas monedas en el roído sombreo del bardo, esta historia siempre le proporcionaba dinero suficiente para llegar al siguiente pueblo sin pasar muchas dificultades.
Lentamente se levanto y salió a la oscuridad de la noche y se perdió entre los árboles, llevaba contando la misma historia tantos años que ya casi había olvidado como fue en realidad.
 
Los dragones no olvidan y cuando este  se recupero arraso hasta la última piedra del pueblo buscando al mocoso que le había dejado en ridículo, no lo encontró pero siguió buscándolo y arrasando aldea tras aldea a su paso, de eso hacía ya más de cuarenta inviernos y según decían no pararía nunca.
Era algo evidente que el dragón nunca cumpliría su venganza, las gentes terminaron abandonando las montañas buscando tierras más seguras para vivir.
 
El pobre Nathan tuvo que huir durante años ganándose el pan contando historias y usando su roído sombrero. Ser bardo al fin y al cabo no se elige por vocación.