Una noche nevada, observando como todas sus rosas rojas se volvían blancas como una pena de amor, una princesa quiso encontrar al sirviente perfecto, que mantuviese su jardín y su mansión en la más perfecta de las condiciones, encargó un robot con los siguientes ingredientes
-Una pizca de dulzura
-Medio corazón de ángel
-Medio corazón humano
-12 cucharadas de trabajo
-10 mentiras piadosas
-5 terrones de besos
-2 cuartas partes de bondad
-Y una capacidad innata de saber obedecer
No incluyó el amor, pues esta “enfermedad” solo había causado problemas en su vida y en la eficacia de sus sirvientes, al principio todo era maravilloso, el robot no causaba problemas y realizaba todas las tareas del hogar de perfecta manera tal y como estaba programado.
Pero algo pasó, falló su corazón biónico y quiso probar la química de los besos magnéticos y los abrazos hidráulicos, sin que nadie sepa aún como, el amor, algo para lo que incluso habían instalado un antivirus programado para eliminar cualquier fugaz pizca de enamoramiento, rompió todas las barreras y le hizo volverse loco por la princesa, ésta, cuando el sirviente metálico la colmo de rosas y regalos, se asustó tanto que se volvió loca, hasta llegado el punto de ahogarse en su propia bañera, cuando el robot la descubrió, advirtió que de entre todas las gotas de agua, había una lágrima, cuando la analizó, comprobó que era una lagrima miedosa.
Miedo al qué dirán, miedo a lo prohibido, miedo al rechazo, miedo al olvido, miedo a los besos que se agotan, miedo al destino, miedo al amor y en su consecuencia, miedo a la vida.
El robot, en contra de toda su electrónica, lloró. Y regó los jardines de su amada con sus lágrimas, concediéndole así, su más ferviente deseo, pues ni si quiera la nieve, pudo tocar esas rosas, aunque eso sí, una rosas aún en primavera, blancas, tan blancas, como su pena.
Hola, tu relato no se ajusta a las bases del certamen. Debe tener una extensión de entre 500 y 2000 palabras. Gracias.