Reunión (T)

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Enoch Soames
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Reunión

 

 

            El lugar de reunión es un salón-comedor ocupado en su centro por una mesa ovalada rodeada de sillas. Al fondo del rectángulo que forma la habitación hay dos sillones separados por una pequeña mesa de cristal. A lo largo de la pared de la derecha se alinea un enorme armario plagado de puertas, cajones y estanterías; a  la izquierda, junto a la puerta de entrada, una cómoda. Sobre ella, y en la pared desnuda, rectángulos sombreados delatan la ausencia de viejos cuadros.  

 

            Todo esto se ve desde la cocina, que se abre al salón por una ventana corrediza y que, a su vez, da a un estrecho callejón detrás de la casa lleno de basura y de gatos.  

 

            Hay ocho mujeres en el salón en ese momento. La octava, la más joven, sale un momento y se dirige a la cocina. Mientras, las otras hablan distraídamente. Tres de ellas miran unas láminas que alguien ha dejado sobre la mesa. Una de ellas muestra una escena campestre: un sendero que rodea una cabaña y unos prados; la otra, unas calles de París mojadas por la lluvia. 

 

            Una mirada más atenta va descubriendo los objetos que se agolpan en los estantes del armario: un pequeño jarrón con flores secas, la maqueta de un barco, una bailarina que remata una caja de música, unos portafotos vacíos y ausentes de imágenes. Un objeto pequeño ocupa el centro de una de las repisas, extrañamente solo: la figura, en yeso, de lo que parece un niño Jesús. Es totalmente blanca, sin pintura, apenas un trozo de yeso que espera a que alguien lo decore y le de por fin los rasgos que le faltan.

 

            La joven sale; un muchacho la espera en la cocina. Saluda desde el cristal; las mujeres lo conocen, le devuelven el saludo y siguen allí, sentadas en la mesa y en los sillones, hablando. Al encontrarse los dos jóvenes, se cogen de la mano y se besan. El joven sale un momento al callejón, sin decir nada, como si hubiera olvidado algo fuera.

 

            La muchacha lo sigue, y echa un vistazo al callejón, pero el joven ha desaparecido. Encuentra sin embargo allí a un hombre de unos cincuenta años, alto y de rostro anguloso, bien vestido. Le hace una seña a la chica y le toca suavemente en el hombro. La joven no conoce al hombre, pero no tiene miedo. Se miran. La chica vuelve a entrar en la casa, deja al hombre fuera y cierra la puerta.

 

            Al volver, el muchacho está de nuevo en la cocina, esperándola. Se le acerca y comienza a besarla con pasión; sus manos le tocan los pechos, descienden hasta sus genitales. Ella responde; él le propone continuar; dirige la mano de ella hacia su pene mientras sus dedos le acarician la vagina.

 

            De repente, ella aparta al chico, se asoma a la cristalera para observar el salón y entonces se da cuenta. Ya no ve como veía antes. Sí, las mujeres están allí, las siete, algunas sentadas, otras de pie… Pero tienen la textura y los colores de una imagen proyectada, como en el cine, aunque se insinúa el volumen y se mueven con normalidad; alguna de ellas se ha apercibido de su presencia y la mira iniciando un saludo. Entonces la muchacha descubre las siluetas dibujadas sobre los huecos desnudos de la pared y que perfilan figuras humanas, de mujer, un trazo perfecto y vacío.

 

            Algo le incita a mirar más allá, al fondo del salón. Cuenta intuitivamente: hay ocho figuras en la habitación. No puede ser. Entonces la descubre: hay otra persona sentada en uno de los sillones. Su pose es natural y relajada, descansa tranquilamente sobre su asiento, cruza una pierna sobre otra. Todo en su postura revela su comodidad y, más aun, una confianza algo altanera y desafiante. Quizás también su rostro la mostraría, pero no tiene. En el lugar de su cabeza descansa la figura del niño de escayola. La joven se da cuenta de que aquella figura, pese a su quietud, es la más real de todas. Es entonces cuando no puede reprimir un grito que ha ido ascendiendo sin prisas desde su garganta, con esfuerzo.

Enoch Soames

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jane eyre
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Puntos: 10051

 Bienvenido/a, Enoch Soames

Participas en la categoría de Terror

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Alex Ravan
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Puntos: 4

Me ha gustado mucho la atmósfera, muy inquietante y onírica, surrealista. El ambiente da miedo. Por cierto: ¿quién es el ser del final?

Ánimo, Enoch Soames.

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