DESDE EL OTRO LADO (T)

Edito un blog desde hace años. Se llama "Lugares Mágicos" y aunque su vocación es eminentemente turística, debido tal vez al nombre, tenemos una insospechada capacidad para atraer sucesos y personajes estrafalarios. Debería estar por tanto acostumbrada a las rarezas, pero no parece ser así.

Hace cosa de un mes me sucedió algo extraño. Llegué temprano a la oficina, abrí el ordenador y encontré en mi bandeja de entrada un correo aparentemente ordinario con dos archivos adjuntos.

Uno de ellos era una fotografía con excelente resolución, que me gustó por ambigua y enigmática. Mostraba una calle anónima, urbana, repleta de escaparates que reflejaban retazos de imágenes superpuestas. Capas de una realidad confusa, de indecisos límites, habían logrado plasmarse de algún modo en aquella instantánea, dotándola de una profundidad y un halo de misterio que producían la ilusión de una atmósfera tangible.

Caminando en medio de la calle había un grupo de personas corrientes, ocupadas en quehaceres cotidianos. Pero tenían algo raro, parecían transparentes como fantasmas, como si tuvieran menos densidad de la debida y se tratara de ideas o recuerdos, más que de seres reales de carne y hueso.

El otro archivo era una escalofriante grabación en MP3 que contenía la voz del autor de la imagen.

Ambas cosas, juntas, me causaron una perplejidad y un desasosiego enormes.

El caso es que lo más extraño no fue al principio el contenido del correo, bien extraño de por sí, sino el efecto desproporcionado que tuvieron sobre mi aquellos archivos.

Fue como si al abrirlos hubiera activado un virus imposible que se pudiera introducir en mi mente, tiñéndola de angustia e inculcándole la certeza, aunque toda razón apuntara en contra, de que aquello era de verdad y de que yo estaba siendo testigo de excepción de una tragedia fantástica.

Busqué enseguida la dirección de origen del mensaje, pero sin éxito. No estaba registrada y parecía corresponderse con un nick y no un nombre. Estudié exhaustivamente la fotografía por si podía localizar la calle u otra pista cualquiera. Solo descubrí algo curioso, una ventana del primer piso refleja la figura borrosa de un hombre detrás de una cámara, sin duda el autor.

Han pasado los días y por más que la explicación más fácil para todo esto, sea que se trata de una broma o un buen truco fotográfico, parte del desvarío de un lunático cualquiera, no consigo convencerme. Es algo que parece haberme marcado de algún modo para siempre.

La angustia de la voz es real. Y lo que me hizo sentir la fotografía también.

Sin embargo, no hay nada más que yo pueda hacer, no tengo nada. No es más que una historia inquietante, narrada en una fotografía y un puñado de palabras susurradas a media voz.

"Cientos de espectros. Pueblan la calle. Discurren por las aceras. Conversan en susurros discordantes. Se paran ante los escaparates, reflejando su imagen fantasmagórica en los cristales turbios.

Son muchos. Demasiados. Me ensordecen y me ciegan. Todo va excesivamente rápido. Sus siluetas se desdibujan en un ir y venir frenético. Necesito algo a lo que aferrarme o me perderé irremisiblemente.

Es un día nublado. Residuos de un mundo velado y sombrío empañan el color del aire.

Estoy escondido en un piso viejo, sobre el portal decrépito de una casa de vecinos. Desde aquí puedo verlos sin ser visto. A ratos temo que me descubran, pero luego me tranquilizo y me doy cuenta de que no parecen notar nada.

Van a sus asuntos, leen periódicos, carteles, escriben en sus agendas o completan crucigramas... sin que nada extraño parezca interferir en el desarrollo normal de su cotidiana existencia. Solo yo sé que fingen una normalidad imposible.

Si supieran que puedo verlos... entonces sí estaría de verdad en peligro.

Pero no, no hay riesgo. Si contra todo pronóstico alguno se volviera en el instante justo y cruzara su mirada con la mía, si me descubriese, seguramente no podría reconocerme siquiera. Creo que me verían desdibujado y transparente, como yo los veo a ellos, irreal e incomprensible.

Ellos no saben lo que yo sé.

Desconocen el túnel que conecta nuestros mundos. No saben de realidades reflejadas ni de dimensiones ocultas. Ellos ni siquiera imaginan que los vigilo, pertrechado tras mi Canon EOS-4D con zoom de 400 milímetros, para obtener así una prueba de lo que nadie cree.

Una prueba, eso es lo que necesito para que por fin me crean, para que comprendan que no estoy loco. Que en el mismo instante en que mi mundo amanece y la gente despierta, y se mueve, y sale a la calle... en ese mismo instante, tan solo a un doblez del continuo que es el tiempo, existe otro mundo reflejo cuya densidad y presencia es, para nosotros, tan solo una copia pálida y desdibujada de todo lo que conocemos.

Una prueba... Creo que ha llegado el momento. Tengo el encuadre perfecto, casi podría creer que posan para mi.

Disparo la cámara y rezo para que la memoria digital registre fielmente lo que ve mi ojo humano, más falible y menos legítimo.

Y entonces él se vuelve, inesperadamente.

Levanta la vista en el preciso instante en que lo tengo en el centro exacto del visor, mientras enfoco su rostro. Y a través del pequeño cuadrado su mirada se clava en la mía. O eso me parece. Me taladra y me paraliza.

¡Ay, Dios! Él puede verme, estoy seguro. Pero no sé cómo. No parece sorprendido, solo concentrado en una decisión, nada está sucediendo como yo pensaba. Sus ojos se afilan con acerada determinación. Me he convertido en su objetivo, viene a por mí. Le veo meterse en el portal, va a subir a buscarme.

Esto no tenía que pasar, ¿cómo he podido equivocarme tanto?

Me sudan las manos y las piernas me tiemblan, apenas consigo tenerme en pie. Me felicito por haber traído la PDA, tengo que confiarle esto a alguien, al menos que se sepa la verdad, que se sepa lo que he logrado...

Alquien tiene que saber, sí, tengo que avisarles del peligro...

Empiezo a transferir la tarjeta de memoria de la cámara. Ahora enviaré también este MP3 grabado con mi voz, con la historia de mi fatal aventura.

Voy a mandarlo a cualquier dirección que tenga en contactos, no hay tiempo de buscar, ya oigo sus pasos firmes en la escalera.

...Si logro escapar me pondré de nuevo en contacto con quien sea que oiga esto. Escúchenme, por favor, esta información es muy importante.

¡Señor! confío en que llegue a buenas manos.

Si no... si no vuelvo a dar noticias... significará que han acabado conmigo. Me habré perdido, seré uno más de ellos...

Uno más de esta tribu de fantasmas."