La vida es un círculo
donde algunos puntos se desvían.
¡ Mío, es solo mío … me pertenece ¡
Nació para formar parte de mis sueños, para fundirse con dulce pasión en lo más profundo de mi mente, transportándome lejos de esta mísera vida terrenal, hacia la luz … ardientes llamas … del infierno.
Tantas noches acechando, recorriendo las lúgubres calles de la ciudad, las misteriosas sendas de la perversión humana … pero, no me importaba, estábamos unidos desde tiempos ancestrales, y era inminente … el gran encuentro.
Una cena, una cena romántica nos ha unido; un espacio íntimo, acogedor, armonizado por las efímeras voces del demonio: es tuyo, es tuyo, te pertenece … Allí lo tenía, al otro lado del salón, cenando sólo, igual que yo, pero en mi interior lo sabía, lo notaba, lo disfrutaba, era nuestra noche, era nuestra cena, era nuestro día de gloria; desde los albores de la vida el ser humano siempre ha seguido el mismo precepto: “ Ni yo sens vos, ni vos sens mí “, y había llegado mi soñado encuentro.
Aquí está ahora conmigo. No recuerdo como hemos llegado a la habitación; a veces me adentro en una terrible oscuridad durante días, para despertar en lugares desconocidos, como trasladado por una invisible máquina del tiempo.
La alegría me embarga; aunque breves, estos son los más intensos momentos de mi vida inmortal. Camino ligero por la casa, henchido de gozo, nervioso, y a duras penas logro sentarme para contemplarle.
Está silencioso, disfrutando en la penumbra del suave ambiente reinante.
Me siento observado; una mirada sutil impregna mi cuerpo de emoción, una mirada transmitida por esas dos perlas, ese par de bolitas de azabache que yacen, reposando, sobre la jabonera. Ahora, apartadas de las cuencas que las vieron nacer, son totalmente perfectas, sin que un triste pestañeo pueda impedirnos gozar de su misteriosa presencia.
Infinitos seres recorren su cuerpo, se adentran, emergen … sombras animadas, carne de su carne; sonrojado no deja de sonreír. Sin darme cuenta me encuentro en el suelo, arrodillado, ante tal espectáculo dantesco; alzo la cabeza y respiro profundamente, una y otra vez, gozando del primoroso aroma nauseabundo … recuerdos de la infancia inundan mi mente: una figura pequeña, escuálida, tras las cortinas de la habitación del pecado, observando a sus padres gemir … la fugaz sombra de un hacha …
Me incorporo y lo observo con ternura. Descansa en la bañera, tendido. Una pierna cuelga al exterior formando en el suelo sinuosos regueros de sangre, ¿ la otra?, nebulosos recuerdos de haberla envuelta y enviado a … pero es algo intrascendente, yo caminaré por él, viviré por él, lo cuidaré y mimaré a través de los siglos … él lo sabe, no protesta.
Me acerco lentamente; todo mi cuerpo tiembla, regueros de emociones eclosionan en mi cabeza. Un pequeño ejercito de moscas alza el vuelo dejando entrever su rubia melena. La acaricio, sus sedosos rizos se deslizan entre mis dedos, tiñéndolos; entonces, suavemente, comienzo a peinarlo.
Lloro, sí, lloro de emoción contenida; grandes mechones rojizos se desprenden con sonido desgarrado, cual ofrenda de amor, ahora sé que me ama.
Henchido de pasión sobrepaso los lindes de la bañera, y me adentro en ese mundo sangriento y visceral; nos fundimos en un tórrido abrazo, intenso, más intenso, intentando formar un solo cuerpo; el sonido embriagador de huesos rotos nos envuelve …
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...(...) "y porque era el alma mía, alma de las mariposas" R.D.