Piece of Mind

Imagen de Bloody Maiden

Hoy hablamos del cuarto álbum de Iron Maiden, donde se asienta el estilo de la banda

 

Iron Maiden - Piece of Mind

Si Iron Maiden había empezado como un grupo más bien urbano y con el terror como eje de sus composiciones en los primeros discos, la llegada de Bruce Dickinson lo fue haciendo bascular hacia otra de sus ramas, más teatrales y épicas. Este es uno de los elementos que más marcaron Piece of Mind, el cuarto álbum de la banda, el cual conoció otro cambio mayor: la incorporación de Nicko McBrain como batería para reemplazar a Clive Burr. Este venía de la banda francesa Trust, y quizás por ello eligieron grabar el disco en Jersey, esa isla británica pegada a las costas galas donde se exilió también Victor Hugo.

Piece of Mind, que originalmente debería haberse titulado Food for Thought (Alimento para el pensamiento), surge con la idea de presentar al Eddie de Derek Riggs lobotomizado en portada, quizás una crítica metafórica a todos esos medios de comunicación que los habían acusado de satanistas el año anterior, hasta colmar la paciencia del grupo. En su honor, Nicko McBrain se permitiría grabar un inquietante (y cómico) mensaje invertido para presentar Still Life, canción guiñó al título del disco (...will give me peace of mind // me dará paz de espíritu).

El sonido en el Piece of Mind es mucho menos hosco que en The Number of the Beast y también se percibe una coherencia mayor entre los temas. No es un trabajo de transición entre dos etapas sino de consolidación del nuevo equipo. En cierto modo, es la base de los discos que vendrían más adelante.

Iron Maiden - Piece of MindArranca con el trepidante Where Eagles Dare, uno de esos temas bélicos y épicos que habla de ascender hasta donde solo las águilas osan subir y que nos muestra el particular enfoque power metal de Iron Maiden: con un toque histórico y elegante, un poso de la angustia vital del ser humano y del absurdo de la guerra y, sobre todo, la sensación de estar en mitad de la acción gracias a su ritmo vertiginoso.

Para darnos un respiro y que podamos tomar fuerzas para el resto, Revelations es un himno cuasireligioso basado en los escritos de G.K. Chesterton y Aleister Crowley, el afamado ocultista. No es la única referencia culta y literaria que Bruce Dickinson introducirá en la banda y sí uno de los rasgos que han diferenciado a Iron Maiden de otros grupos de la época y posteriores. Melancólica y potente, misteriosa y solemne, es una canción peculiar muy alejada del concepto de balada que se estilaba en los ochenta.

Con Flight of Icarus, canción que serviría para uno de los singles, seguimos con la cultura clásica, aunque esta más conocida del público en general: el mito de Ícaro, que escapa con sus alas artificiales del laberinto creado por Dédalo y asciende tentado por la luz del sol hasta que el calor de este derrite la cera que une dichas alas a su cuerpo. En la cubierta de Riggs para el single la imagen es mucho más irónica, pero la metáfora de la ascensión sigue allí, así como la épica de los imposibles, en una canción cuyo ritmo (junto a la voz de Bruce Dickinson) parecen empeñados en hacernos ascender.

Cerramos la cara A con Die with Your Boots On, que yo siempre relacioné con la película Murieron con las botas puestas (por motivos obvios) que contaba la historia del general Custer y la batalla de Little Big Horn. Al escuchar la letra uno se da cuenta de que su enfoque es más genérico, que habla de la carne de cañón a la que le tocará ir a los conflictos y que aguantará lo que le echen sin plantearse muchas cuestiones que, en cualquier caso, no tienen respuesta. En cierto modo, esto de morir con las botas puestas, incluso de un modo algo apolítico, se ha convertido en toda una seña de identidad del heavy metal... y, si no, que se lo digan a Ángeles del Infierno.

Iron Maiden - Piece of MindRetomamos la acción con sobredosis de energía con The Trooper, un tema que se ha convertido en un himno no solo de la banda, sino del heavy metal en general. El drama tragicómico de la última carga de la Brigada de Caballería Ligera en Balaclava en 1854, donde los británicos, dirigidos por nobles sin grandes conocimientos tácticos (como el funesto general Cardigan), asaltaron como en las guerras napoleónicas posiciones rusas defendidas por cañones y ametralladoras, sirve de temática para un tema bélico, épico y descarnado, donde la poesía se convierte en acción y, como en el mismo episodio histórico, incluso una barbaridad estratégica queda cubierta de gloria por la valentía y determinación de los hombres. Es un tema, además, donde Steve Harris muestra hasta qué punto es un virtuoso del bajo, una constante del álbum. Por sus más que evidentes méritos, sirvió como segundo single de presentación del disco.

A continuación, Still Life, uno de esos temas que se me antojan muy Maiden: oscuro, evocador, poético, nos adentra en los intersticios de la locura. Por lo visto inspirado en el relato El habitante del lago, de Ramsey Campbell, tiene un toque siniestro y a la vez muy humano, angustioso, onírico, con una estructura envolvente que nos hace sentir en primera persona ese viaje hacia la demencia.

De aquí volvemos a la épica, esta vez de la mano de Quest for Fire, uno de los temas que menos me han gustado siempre de la banda y con el que me voy reconciliando poco a poco. Eso del tiempo en el que los dinosaurios hollaban la tierra y, al mismo tiempo, el hombre buscaba el fuego... En fin, se entiende desde el homenaje a la película homónima de Jean-Jacques Annaud, un clásico del género de aventuras bárbaras pseudohistóricas, pero reconozco que tengo dificultad con el mismo y sus aires solemnes.

Junto con Sun and Steel, el tema siguiente, forma parte de las canciones de Iron Maiden con las que he tenido más dificultades. Con esta última, tras entender que su lado power metal es un homenaje al samurái Miyamoto Musashi, he terminado por entenderme, aunque aún me resulta demasiado brillante para una carnicería a base de tajos de katana. Por algún motivo se me cruza con Dragones y Mazmorras.

Iron Maiden - Piece of MindLa saga de injusticias personales concluye con To Tame a Land, otro tema que solo he aprendido a disfrutar con la edad. A día de hoy sus toques exóticos, su narrativa densa (que reencontraremos en discos posteriores) y su complejidad los disfruto mucho más. De nuevo, es una canción que se entiende mejor con su trasfondo: se trata de un tema dedicado a la novela Dune donde se narran los entresijos de la trama. Es decir, una vez más la particular forma de ver la épica narrativa de Iron Maiden.

Sobre las caras B, tenemos una versión de I've Got the Fire de Montrose para complementar el vuelo de Ícaro, cómo no, con una buena ración de llamas roqueras que funcionan muy bien y resultan refrescantes, y otra de Cross-Eyed Mary de Jethro Tull como complemento a The Trooper, con la que volvemos a la temática de la prostitución con sus ritmos densos y duros, como la temática exige, y un cierto aire de nostalgia de los primeros discos.

En conjunto, Piece of Mind es como un pilar de lo que desarrollaría Iron Maiden en los años venideros, un álbum sorprendente por la rápido que la maquinaria se puso a funcionar y la precisión con la que lo hizo. Es posible que no sea el que más temas memorables ha dejado, pero su huella es innegable.

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