En respuesta a Inoperancias y nocturnidades, carta abierta de Iupiter Larvae
Un artículo de la Sociedad Carter para la prevención del vampirismo de la mano del profesor Emmerett Johnson
De entre las múltiples reacciones que hemos recibido con motivo de la publicación de Sobre la idoneidad de las cacerías nocturnas de vampiros, ha sido quizás la carta abierta enviada por el autodenominado doctor Iupiter Larvae la que más revuelto ha levantado en el seno de nuestra sociedad. Aun más que sus inexcusables formas, por las cuales ya he presentado una moción para su expulsión de nuestra ilustre comunidad, que se hará efectiva si averiguamos quién se esconde tras tan burda careta, han sido sus sarcasmos e ironías los que han sembrado la agitación en el seno de la Sociedad Carter para la prevención del vampirismo.
Entre una gran profusión de desatinos, se burla del modesto recetario presentado en el citado artículo preguntándose si también recomendamos esperar al penilunio para tratar los casos de licantropía. Dado que las mofas suelen calar en los lectores con facilidad y, en este caso, lo harían con riesgo patente para su integridad, lo aclararemos: la respuesta es un rotundo NO.
El motivo es evidente: un homme à l'envers revierte a su estado humano una vez ha sido tratado bien con la plata, bien —un remedio mucho más conveniente desde el punto de vista pecuniario— con acónito. De nada sirve afrontarlo cuando está en la plenitud de sus poderes.
Por el contrario, sí que conviene recoger la mayor parte de información gráfica, en particular fotografías de la transformación, y testimonios de primera mano, recabados en vivo, para poder probar la inocencia de los investigadores en caso de problemas con la autoridad tras la desaparición del afectado. Hay que señalar que aunque parezca un riesgo exponerse con una cámara fotográfica a una bestia de estas características, el peligro es relativo: es poco probable que una vez transformado y dominado por su naturaleza básica el licántropo se interese por el aparato, por lo que será posible recuperar las placas aun en el funesto caso de que la emprendiera con el fotógrafo.
En cuanto a los amenazantes sarcasmos concernientes a las sociedades cinegéticas y naturalistas, me permito recomendar al “doctor” Larvae que envíe esas ideas a algún escritor de fantasía, como Wells o ese Verne que tanto aprecian los franceses: la posibilidad de que se funden asociaciones en el futuro dedicadas a defender bestias salvajes es tan irrisoria que, por supuesto, esa sería la menor de nuestras preocupaciones en el caso de que realmente realizáramos nuestras purificaciones licantrópicas en plenilunio.
Como en anteriores artículos, una vez más, desde la Sociedad Carter para la prevención del vampirismo recomendamos, además de prudencia, sentido común. La razón es el faro más brillante y fiable cuando se combaten las fuerzas preternaturales de la oscuridad.
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