Maldiciones del metal: Forever Skid Row
Porque con las fuerzas del true metal no se juega...
Aunque a ciencia cierta solo los componentes de los grupos de true metal saben cuáles son las pruebas exigidas por las deidades correspondientes, parece bastante evidente que entre ellas se cuentan la composición de una superbalada, la ejecución de una canción nostálgica y la perpetración de un himno que apele a la unión entre jebarras. A pesar de que Skid Row fue desde sus inicios una formación más callejera y menos épica, no hay duda, sin embargo, de su ascendencia metalera pura, que los condujo a intentar honrar con los hitos marcados por el panteón del metal. Es más, dada la relación entre Sebastian Bach y John Bon Jovi, partían con cierta ventaja que, a fin de cuentas, se convirtió en su perdición.
Decididos a cumplir con todas las ofrendas a los dioses del metal, compusieron Forever, su canción nostálgica, emulando el Blood on Blood de Bon Jovi, convencidos de que ellos también podrían morder un bocado tan grande. Sin embargo, la jugada les salió mal. Presentar una oda al pasado con menos de veinte años ya es arriesgado, pero hacerlo cuando ni siquiera tienes la formación definitiva completa, es todo un cachondeo. Un cachondeo que los dioses del metal no dejaron sin castigo.
No, no es que dieran ese aspecto ambiguo tan llamativo a Bach ni que le infundieran la furia berserker en los conciertos que acabó con su detención en alguna ocasión... ya que por aquel entonces Matt Fallon era todavía el vocalista. Simplemente decidieron que ese Forever no fuera tan para siempre: a modo de maldición épica declamada por una pitonisa ebria de efluvios volcánicos, Skid Row sobreviviría sin sobrevivir. De este modo, la malograda banda queda como recuerdo de que no se debe desafiar a los dioses del metal. Ni siquiera en los ochenta.
Sobre todo en los ochenta.
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