Mamma mia!

Imagen de Luc Hamill

La donna è mobile, qual piuma al vento...

 

 

De Uwe Rosenberg y de sus extravagancias os hablé cuando comentamos el simpático Bohnanza, ese juegazo basado en frijoles. Hoy de comer no hay judías, pero sí pizzas. Las pizzas del Mamma Mia! ¡Ajá! ¿Y qué es una pizza? Para la solución, diccionario al rescate: pizza, torta plana elaborada con masa de pan, cubierta con tomate, queso y otros aderezos. Recordad bien esta definición porque nos será útil en el próximo OcioZiencia (con Z, lo he dicho bien). Ay sí, pero, ¿qué se puede decir de las pizzas que no se haya dicho ya? ¿Qué decir? ¿Qué se puede decir? Que nunca es tarde, si la pizza es buena, por ejemplo ;)

 

Uf, otra vez salgo de un bache que me he puesto yo mismo sin necesidad, pero es que me encanta desperdiciar mis recursos. Bien, para disfrutar este juego de cartas deben reunirse de 2 a 5 pizzeros que durante una media hora estarán horneando los pedidos que les encarguen. Cada jugador tendrá 8 tipos de pizza correspondientes a su color de mantel, y tendrá que cocinarlos a base de robar cartas de ingredientes (cada maese empieza en su mano con 6) y ponerlos en el centro en una pila llamada “horno”. Los encargos también irán al horno pero, a diferencia de los ingredientes, se dejarán boca abajo. De este modo la chicha está en que todos ven las cartas de ingredientes, ¡pero nadie sabe qué encargos se ponen! Lo más que se puede es recordar qué ingredientes se echan. La memoria es cosa nostra... Cuando creamos que ya hay suficientes para hacer nuestro pedido, pondremos la carta de esa pizza molto bene bocabajo en el horno. Eso es todo, cada maestrillo tiene su librillo.

 

Cuando se terminen las cartas de ingredientes, el horno se cierra y el jugador que robó la carta con la portada del Mamma Mia! (que es única en el mazo) será el encargado de hacer el recuento de pizzas, capisci? Para eso, il ragazzo descubre las cartas del horno formando cinco montoncitos, uno por ingrediente. Cuando sale una carta de encargo se comprueba si los ingredientes para prepararla están en la mesa o en las manos del jugador encargado de hacerla. Si es así, los ingredientes se retiran y el encargo pasa a puntuar. De lo contrario, ¡te pillaron con las manos en la masa!, lo que significa que el encargo no va a ningún sitio, la Camorra se enfadará contigo y los ingredientes permanecerán en la mesa para regocijo de los demás. Y de este modo se sigue sacando del horno hasta que no queden cartas. Así acaba la primera ronda de un total de tres. Para empezar la siguiente se barajan los ingredientes descartados. Cuando se termine la última ronda, el que haya completado más encargos gana. El resto preparará su vendetta.

 

¿Gusta? Suscita muchas risas, la verdad. Yo una vez hice todos mis pedidos, pero es que yo soy il piu grande. Vale, el fenómeno caótico del juego es notorio, pero eso no es motivo para despreciarlo. Apenas se pueden hacer estrategias, aunque se necesita intuición y en ocasiones cierta táctica arriesgada para contentar a la mamma. Un tifosi puede llevar la cuenta de queso y champiñones que va al horno para hacer cábalas y poner su encargo de pizza con dichos ingredientes, ma arrivederci!, el momento era inoportuno: otro jugador puso antes una pizza que usaba esos champis...

 

El Mamma Mia! cuesta poco, es chiquitito y estéticamente simpático. En su mecánica las cartas son determinantes y se nota mucho La Potra, esa fuerza que está en todas las cosas vivas y muertas. Mía es la máxima que hoy día usan muchos acólitos en sus partidas en casa:

 

sin La Potra sólo soy yo, pero con La Potra soy yo con La Potra”.

 

Verdad más grande no ha sido dejada por ninguna civilización. Una pena que Descartes no la tomase como inicio de sus ideas en vez del “pienso, luego existo”.

 

Bueno, volvemos al análisis. En Mamma Mia! también la cosa va de memoria y faroleo. Sus reglas son fáciles de entender y en poco tiempo hasta el gato es pizzero. Además es independiente del idioma, y las partidas entretienen sin necesidad de exprimirse el cerebro mientras llega la pizza tradizionale.

 

Para los que se queden con ganas de más masa italiana, existe una expansión llamada Sole Mio! que tengo pero aún no he probado. Como dijo Valentino Rossi, scusate il retardo.

 

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