Bomb Jack

Un vistazo al juego de plataformas de Thekan de 1984

El Bomb Jack es un juego de plataformas que ganó su fama por la movilidad del personaje dentro del escenario, así como por la calidad gráfica de los mismos. Aunque este segundo elemento lo podemos ligar a los avances de la época, la primera cambiaba el paradigma de los juegos de plataformas y, por tanto, la estrategia a desarrollar: era algo nunca visto. Mientras en juegos como Donkey Kong había que ir buscando escaleras y los pasajes adecuados para no verse pillado por los enemigos, en Bomb Jack podíamos volar por todas partes. O, más bien, dar importantes saltos. Habíamos pasado de un juego de laberintos a uno de acción.

Como si nuestro personaje fuera realmente un pequeño superhéroe sin haberse desarrollado del todo, su capacidad para volar era limitada. De tal forma, había que pensarse muy bien hacia dónde lo hacías, cuándo y con cuánta fuerza. El riesgo no era solo estamparse contra alguno de los múltiples enemigos (muñequitos, pájaros, caracoles, etc.), sino también quedarte “colgado” sobre algún peligro hacia el cual terminarías cayendo por mucho que aleteasen patéticamente.

Hay que decir que los controles, aunque sencillos, daban mucho de sí, y que volar y planear era todo un arte que había que conjugar con la recolección de bombas (si estaban encendidas, mucho mejor, por aquello de los bonus), la esquiva de monstruos y la obtención de letras que conllevaban recompensas especiales. Así, aunque solo contaba con media docena de escenarios que se repetían ad nauseam, el juego resultaba de lo más emocionante.

En realidad, aunque se considera por la estructura un juego de plataformas, Bomb Jack era un Comecocos o Pac-Man pero con el eje vertical en vez de horizontal. Este pequeño detalle, que hubiera una dirección con propiedades distintas a la otra, era toda la sal del juego y lo que le otorgaba esa jugabilidad única y tan peculiar. El concepto es sencillo, sin duda, pero la gracia estuvo en cómo se puso en marcha.

Así, a pesar de su aparente sencillez, Bomb Jack podía llenar horas sin cuento de juego gracias a la adrenalina que desataba. Y es que mola ser un superhéroe, aunque sea uno modesto como este.