Agosto
Reseña de la novela de Tracy Letts publicada por Punto de lectura
There is nothing that is wrong
In wanting you to stay here with me.
I know you've got somewhere to go,
But won't you make yourself at home and stay with me?
And don't you ever leave.
Lay down, Sally, and rest you in my arms.
Don't you think you want someone to talk to?
Lay down, Sally, no need to leave so soon.
I've been trying all night long just to talk to you.
The sun ain't nearly on the rise
And we still got the moon and stars above.
Underneath the velvet skies,
Love is all that matters. Won't you stay with me?
And don't you ever leave.
El sonido distorsionado de la guitarra eléctrica que identifica el estilo único de Eric Clapton tocando este instrumento es reconocible conforme nos acercamos al hogar de la familia Weston. La letra de Lay down Sally es el prólogo de la escena que encontraremos dentro de la destartalada casa de campo en la que se reúnen la mayoría de sus miembros para celebrar el velatorio de Beverly Weston. A pesar del lúgubre ambiente, tanto del lugar como de las personas allí reunidas, Violet Weston está eufórica. Algunos podrían considerarlo un efecto secundario de la ingesta preocupante de medicación -no solo por el tratamiento contra el cáncer de mandíbula que padece, también por su adicción a las pastillas-, aunque la razón es otra muy diferente:
VIOLET.- Porque estamos juntas. Después de tanto tiempo, ya era hora de disfrutásemos de una reunión familiar. Es un día perfecto para decirnos la verdad.
Agosto es una aguda obra de teatro escrita por Tracy Leets sobre el drama de una familia disfuncional estadounidense que, paradójicamente, se enfrenta a la vida en común -siempre contra su voluntad- después del suicidio de su patriarca. Una temática que el dramaturgo retomaría con Killer Joe con su particular humor negro, aunque de forma más brutal y provocando una irrevocable aversión sexual contra el pollo frito.
En ambas, el autor consigue que el espectador -o lector- se replantee la lealtad hacia su estirpe, atacando directamente las «sólidas convicciones» y valores morales por lo que debería regirse cualquier estructura familiar, demostrando que todo son simples y frágiles apariencias.
VIOLET.- Todas las mujeres necesitan maquillaje. El que te diga lo contrario miente. Fíjate si era guapa Elizabeth Taylor. Más que ninguna. No necesitaba maquillaje. Pero llevaba una tonelada.
Si bien el cinismo presente durante toda la obra no pretende conseguir la redención de sus personajes ni justificarlos ante el lector, sino todo lo contrario. Agosto carece de moraleja, cualquier reflexión o conclusión moral que extraigamos de su lectura será una mera casualidad, nunca el objetivo final. Y es que nuestra relación con los personajes es conflictiva, oscilando de forma constante entre el amor y el odio, en especial con Violet Weston, la matriarca de este grupo de personas obligadas nuevamente a convivir, cuando sus diferencias prevalecen sobre los lazos de sangre.
Una mujer difícil de calificar con una sola palabra. ¿Madre abnegada? ¿Esposa fiel? ¿Abuela cariñosa?... ¿O una auténtica hija de puta? Violet Weston sería la candidata ideal para representar el personaje de la malvada madrastra en cualquier obra infantil, haciendo llorar a los niños con su extenso vocabulario de palabras hirientes y comentarios maliciosos. De hecho, no resulta extraño que Beverly cumpliera su promesa de «hasta que la muerte nos separe», quizás demasiado pronto.
KAREN.- Eso es algo que debemos reconocer a papá y mamá. Hay que quitarse el sombrero delante de cualquiera que resista casado tanto tiempo.
BARBARA.- Karen, papá se ha suicidado.
No obstante, debemos profundizar en el personaje para comprender las causas de su aflicción, que la convierte en una mujer dependiente, siempre necesitada de la atención de los demás. Al fin y al cabo, ella es una auténtica superviviente de la hipocresía familiar que se ha limitado a mentirle durante décadas, bien por compasión o por egoísmo. En realidad, Violet no pretende vengarse de sus allegados, sino hacerles comprender el daño que le han afligido ante su incapacidad de perdonarlos, porque demuestra haber tenido una gran paciencia con todos. Por el contrario, incluso sus propias hijas la han abandonado para iniciar una nueva vida en la no hay sitio alguno para ella, aunque sea su madre. Adviértase que Johnna Monevata, el ama de llaves, reconoce que permanece en la casa solo porque necesita el trabajo, pero no por simpatía a su jefa o cualquier otro miembro de los Weston. Es decir, la mayor preocupación es conservar su única fuente de ingresos y, para ello, debe asegurarse de cuidar bien a Violet, con independencia de la mayor o menor simpatía que sienta hacia -o contra- ella.
KAREN.- No lo estoy defendiendo. Ya sé que no es perfecto. No lo somos nadie, ninguno de nosotros, aquí, en el estiércol. Tampoco soy yo un angelito. He hecho cosas de las que no me siento nada orgullosa. No te las puedes ni imaginar. Y es posible que tenga que volver a hacerlas, porque la vida nos pone muchas veces entre la espada y la pared. Después de todo, también soy humana. En cualquier caso, deberías ocuparte primero de tus propios asuntos, en vez de leernos la cartilla a los demás.
A pesar del drama inherente, resulta imposible no disfrutar con su lectura y, sobre todo, reírse ante el progresivo surrealismo de las escenas descritas, pues Agosto destaca por sus brillantes diálogos repletos de comentarios desabridos, carentes de cualquier eufemismo o lindeza narrativa.
BARBARA.- Pero metió en el psiquiátrico un arsenal de pastillas… escondido en la vagina. Esa es la gran Generación. Nos soltó todo un discurso mientras se metía un frasco de pastillas en el chocho. ¡Por Dios Santo!
BARBARA.- Son síntomas de la menopausia masculina. Problemas con la energía creativa y necesidad de follarte a una niña con pañales.
Y es que Agosto nos demuestra que la familia no siempre representa el pilar fundamental de nuestras vidas, ni tampoco debería serlo. Tracy Leets pone en evidencia la hipocresía de la estructura básica de cualquier sociedad con un humor tan corrosivo como la lengua de Violet Wetson, quien obliga al lector a su familia a enfrentarse a la realidad, aunque sea tan dolorosa como admitir que:
YVY.- Pues no, no te conozco, y no voy a seguir tragándome el mito de la familia y la unión entre los hermanos. Somos seres aislados. Algunos nacemos reunidos accidentalmente por la genética, una selección de células hecha al azar. Pero ya está.
Título: Agosto, 186 págs.
Autor: Tracy Letts
Editorial: Punto de lectura, 2014
ISNB: 9788466328043
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