El ejército de las sombras
Crítica de esta película sobre miembros de la resistencia francesa de Jean-Pierre Melville
Lejos de las epopeyas épicas que estamos acostumbrados a ver en algunas producciones sobre la II Guerra Mundial, L'armée des ombres (El ejército de las sombras) es un filme pausado, casi íntimo, en el que los personajes no parecen nada extraordinario porque, de hecho, es justo lo que necesitan para seguir con vida.
La película se centra en las vivencias de una célula de franceses que resiste durante la ocupación alemana. Entre sus acciones se cuentan algunas clásicas y no exentas de romanticismo, como la de conseguir salvoconductos para ayudar a escapar del territorio a agentes de los aliados, y otras que resultan mucho más crudas de digerir y que acercan su cometido al de meros sicarios. En efecto, la muerte es algo tan mundano como el resto de su existencia, pero no por ello resulta menos terrible, sino todo lo contrario.
En este sentido, El ejército de las sombras, a pesar de su marco temporal, se aproxima en su desarrollo más a la novela negra que al cine bélico. Sí, hay escenas de acción y temerarios planes para llevar a cabo sus no menos temerarios objetivos (rescate de prisioneros, sabotajes, saltos en paracaídas, etc.), pero el tono y la atmósfera del filme lo alejan de uno de acción. El acercamiento a la sensación opresiva de la ocupación es el objetivo principal y se cumple sobradamente.
En la complejidad de la trama y en la riqueza de los personajes se percibe también que es una obra basada en una novela (concretamente, en la obra de Joseph Kessel), pero no hay que entender esto como una limitación: el largometraje no deja flecos sueltos ni la sensación de que se ha recortado la historia, pero sí muchas ganas de seguir adentrándose en ese juego del ratón y el gato que podía ser la resistencia.
Un juego funesto, lleno de tragedia y un fatalismo que viene realzado por el carácter pragmático de los protagonistas. Se llega a entender sus motivaciones, pero eso no hace menos espeluznante el camino emprendido. Precisamente en esa humanización del conflicto reside toda la fuerza de la película. Como decía, no estamos ante un filme bélico, sino ante un negro episodio de violencia y sombras.
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