Las llanuras del tránsito
Reseña de la cuarta entrega de la saga de Jean Auel “Los hijos de la tierra”, sin duda la peor de las cuatro primeras novelas y un libro mediocre en casi todos los aspectos.
Me considero un lector con una gran capacidad para encontrar los puntos positivos en un texto. Aquéllos que hayan leído mis comentarios y mis reseñas en esta página convendrán en este punto. Es por ello que yo mismo estoy sorprendido por la dureza de mi crítica en este caso, ya que “El clan del oso cavernario”, la primera novela de la saga, me pareció francamente buena, y “El valle de los caballos” y “Los cazadores de mamuts” dos novelas más flojas pero bastante entretenidas.
El caso es que en “Las llanuras del tránsito” las partes entretenidas son más bien escasas. Además, todas las facetas de repelente moralina de los protagonistas se acentúan hasta el punto de tener la impresión de ver a Barbie y a Ken viajando disfrazados de cavernícolas.
No se trata ya de que Ayla, la protagonista, sea la mujer más increíble del mundo y la que hace todos los descubrimientos; este punto, al menos, se ha solucionado parcialmente en esta entrega. No, el problema es que el libro carece de una estructura lógica y de una relación entre la aventura y la documentación.
Auel ha recopilado información, mucha, pero no se ha molestado en presentarla de un modo razonable. Al centrarse únicamente en su particular idealización de la mujer, la novela se ha convertido en una sucesión de descripciones botánicas, de disertaciones académicas sobre la fauna prehistórica, de algún apunte etnológico, de repetitivas escenas sexuales que bajo su aparente liberalidad revelan mucha mojigatería y de apreciaciones morales que sobran totalmente, especialmente porque la mentalidad prehistórica europea no debería tener mucho en común con la norteamericana actual. Y todo esto, que ya sería malo de por sí, es peor porque no existe conexión ninguna entre los pasajes.
Para terminar de arreglar el asunto, la traducción es de las más lamentables que han caído jamás en mis manos, y eso que soy un lector voraz y aficionado a las ediciones baratas. Los fallos gramaticales y de redacción se suceden continuamente en esta mezcla heterogénea de discursos pseudoacadémicos y aventuras sin tensión ni lógica.
Y lo más increíble de todo es que bajo el nombre del traductor, que ya ha tenido valor para firmar el libro, aparecen los de dos revisores. Sólo cabe preguntarse por qué estos tres individuos odian a la editorial que les contrata. Tal vez sólo odien a los lectores…
Autor
Jean Auel nació en Chicago en 1936 y trabajó en una empresa del sector electrónico hasta que se consagró como escritora con el éxito de su primera novela, que es, asimismo, la primera parte de su famosa saga “Los hijos de la tierra”.
Dicha saga está compuesta de los siguientes títulos: “El clan del oso cavernario” (1980), “El valle de los caballos” (1982), “Los cazadores de mamuts” (1985), “Las llanuras del tránsito” (1990) y “Los refugios de piedra” (2002). Además, ha publicado un libro titulado “Los planes misteriosos” (1996) y “Seasoned With Words: Stories, Memoirs & Poems About Food” (2000).
Sinopsis
Una pareja de hombres prehistóricos recorren Europa de regreso al hogar de uno de ellos.
Edición
Las llanuras del tránsito
Jean M. Auel
Maeva, 2003
Edición de bolsillo (a pesar de su intratable tamaño y sus 740 páginas)
Conclusión
Un mal trabajo por parte de la autora que, aprovechando el éxito de las primeras entregas, se dedica a viajar por Europa en vez de escribir decentemente el cuarto libro. El resultado es que decepciona de principio a fin y deja al lector con una sensación de estafa terrible, especialmente por el aburrimiento sufrido y el buen recuerdo que se tenía de los primeros libros.
Como guinda tenemos un mal trabajo editorial, que se pone de manifiesto principalmente en la lamentable traducción que, quince reediciones después sigue llena de erratas y de pasajes enteros carentes de significado. En particular me gustó aquel de que en primavera crecen los huesos jóvenes y los cuernos viejos que debería decir que a los animales jóvenes les crecen los huesos y a los viejos los cuernos durante la primavera.
Ya para terminar, señalar que los dos últimos capítulos son totalmente incongruentes con el resto de la historia; en ellos se percibe el hastío de la propia autora, que ya no se molesta ni en fingir que los Lanzadoni tienen un carácter propio. “Hay que acabar el libro y rápido” es lo que se lee en las treinta últimas páginas que deberían ser la culminación de un viaje –eso sí que está conseguido- que se hace eterno.
Así que sólo me cabe recomendar que no se lea nadie este libro. Y a aquéllos que no puedan resistirse porque quedaron fascinados por la buena documentación de los precedentes, como me pasó a mí, les recomiendo que busquen cualquier edición menos la de Maeva. Creo que “Círculo de lectores” tiene la suya propia.
Nota: 28
Lo mejor: Ocasionalmente hay pasajes entretenidos.
Lo peor: El planteamiento de la novela, y eso que lo tenía difícil a causa de la deficiente redacción.
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